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Frigopoesía

Ayer me regalaron una cajita de Frigopoesía! Para quienes no sepan qué es, son pequeños imanes, cada uno con una palabra, para escribir pequeñas frases o poemas. Aquí una muestra del contenido de mi cajita:


Como véis, tiene gran cantidad de palabras, lo cierto es que son caras, pero creo que merece la pena ya que te puedes pasar un rato divertido pensando qué poner y buscando las letras y palabras. Hay dos versiones: Original, la que yo tengo, palabras máso menos variadas y Amor, palabras del tipo «gemir», «besar» y «cariño»… Lo cierto es que prefiero la versión Original, ya que te da más opciones creativas. Aquí un par de ejemplos de lo que se puede hacer (no quiero ofender a nadie):


Si alguien también tiene una cajita, que comparta sus frigopoemas!

Todas las imágenes son propiedad de La filósofa de Vallecas. Prohibido su uso sin permiso.

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Poema de la dama de Burdel

Junto a esa dama de Burdel,
que el desea conquistar,
la acaricia, se excita y piensa
que ella le ama de verdad.

Muchos son los que han estado con ella,
intenta no pensarlo y la intenta besar,
la acaricia y la hace sentir especial,
le roza las piernas como otros hicieron ya.

Tardo varias semanas en conquistarla
y varios meses, un año en llegarla a besar,
mucho tiempo más en compartir cama,
pero el era feliz junto aquella dama.

Sabía que no era el primero en hacerlo,
que la obligaron a acostarse con el resto.
Maldito aquel que la tocase primero,
perturbó su alma y su cuerpo entero.

Vivieron largos años, benditos,
todo parecía perfecto, idílico.
El con ella, ella con varios chicos,
el lo sabía, pensaba «tonterías de niños».

Aunque se amaban, se separaron.
Quedaron para despedirse
y no acabar llorando.

Por fuera la cara de todos los días,
por dentro el llando hacía escocer las heridas.

El en un suspiro de despedida amarga
le preguntó el nombre, esperó sus palabras.
Ella le miró y dudó si dar la cara
respondió palabras que llenaron sus almas.

«Yo soy quién guió la mano de Miguel Ángel,
la palabra que completa los versos con fe,
en Beethoven fuí murmullo y siempre fiel,
a veces soy melodía y silencio a la vez.

De mí se enamoraron Bécquer, Dalí,
Neruda, da Vinci y artistas sin fin.
Muchos quieren quedarse junto a mí,
como tú, te ves, estando aquí

Habito allí donde se ponga pasión,
donde cada lápiz, pincel, tecla o voz,
resuene como un grito del corazón,
mi nombre, es Inspiración».

Aída García Molina  (c) 2009
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